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Mientras los dirigentes discuten por los 180 millones, las jugadoras entrenan en condiciones precarias

Malabo, 13 de junio 2025

Mientras los equipos femeninos de Guinea Ecuatorial intentan abrirse paso en un entorno cada vez más desafiante, la batalla entre la Asociación de Fútbol Femenino y la Federación Ecuatoguineana de Fútbol ha sumido el deporte en una crisis de gestión que deja en evidencia las prioridades de sus dirigentes.

Todo comenzó hace más de dos años, cuando la Primera Dama del país entregó 180 millones de Francos CFA con el propósito de promocionar el fútbol femenino. Hoy, después de tanto tiempo, los efectos de esta donación son imperceptibles. En lugar de ver mejoras en la infraestructura, apoyo real a los equipos y fortalecimiento del fútbol femenino, el país asiste a un espectáculo bochornoso de acusaciones cruzadas entre María, presidenta de la Asociación de Fútbol Femenino, y Venancio Tomas, presidente de la Feguifut.

Desde la Asociación denuncian que nunca se les permitió colaborar y que la Federación intentó imponer un reparto de los fondos, lo que María rechazó, provocando que la Feguifut boicoteara todos sus planes. En respuesta, la Federación ha negado tales acusaciones, asegurando que la Asociación nunca le presentó un plan sobre el destino del dinero, e incluso los clubes femeninos han confirmado que no han recibido nada de estos fondos.

Mientras el conflicto se intensifica en despachos y ruedas de prensa, la realidad más preocupante se vive en los terrenos de juego… o más bien, en la falta de ellos. La imagen de Leones Vegetarianos femenino entrenando en un espacio verde del complejo Polideportivo de Malabo es un reflejo del abandono. Un equipo sin campo de entrenamiento, sin condiciones mínimas para su preparación, en una lucha constante por mantenerse a flote.

Hace apenas un año, el complejo polideportivo parecía una ciudad fantasma, hasta que la empresa de mantenimiento Mondjeli Corporation comenzó a revitalizar las instalaciones. Hoy, el fútbol femenino no tiene ni un terreno digno propio donde desarrollar su talento, mientras los directivos siguen enfrascados en una lucha de egos por la gestión de 180 millones de Francos CFA.

Es evidente que el verdadero problema no es solo el dinero, sino el absoluto desinterés por la evolución del fútbol femenino. Se han olvidado que detrás de cada cifra hay jugadoras, equipos y sueños que hoy siguen sin respuesta. La disputa entre ambas entidades no solo ha dañado la credibilidad de sus líderes, sino que ha dejado claro que, en esta pelea, las grandes perjudicadas son las futbolistas.

La pregunta que todos se hacen es clara: ¿Cuánto más tardará en llegar la verdadera inversión al fútbol femenino?Mientras los dirigentes juegan su partido fuera del campo, las deportistas siguen esperando que algún día alguien se preocupe por ellas más allá de los discursos vacíos.

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